Es curioso cómo una crítica escrita de mala gana sobre Euskaltel tiene más del doble de visitas que cualquier otra entrada del blog. Llevaba unas semanas con un "Escribir oda iPhone" pendiente en mi to-do list, pensaba hacerlo en esta misma entrada pero por interferencias masónico-espaciales o por el mismo legado de Bécquer no lo haré. Dada la imposibilidad (o desgana Googlística) de colocar un superíndice con un [1] sobre Béquer y definirlo a pie de página, cito: "Cuando un poeta te pinte en magníficos versos su amor, duda. Cuando te lo dé a conocer en prosa y, mala, cree". Así, pues, queda descartada la opción de materializar mi profundo agradecimiento a dicho dispositivo a través de una bonita secuencia de caracteres.
Qué le voy a hacer si las baterías no son eternas. Tras innumerables ciclos de carga, el advenimiento de lo ineludible, un compañero de vida más en el cajón de los recuerdos. Con una vida dividida en momentos de los que formó parte, muchos de ellos aún los recuerdo, otros descansan sobre discos duros. Un insignificante bloque de apenas doce centímetros siendo cómplice inconsciente de momentos irrepetibles desde un bolsillo, un banco, una mesa o vomitando música en forma de bits hasta el punto en el que meter la mano entre tu pelo dejase de parecer un mero gesto de cortesía por parte de un desconocido. Fueron paseos, noches sin dormir, conversaciones que marcaron mi vida, ser de alguien lo que nunca nadie ha sido y una llamada tuya que su lamentable estado no me permitió contestar.
Como todo lo que conocemos, él formó parte del Big Bang, en algún momento hace cientos de millones de años él estuvo conmigo. Como tú también lo hiciste. Viejo amigo, descansa en paz.
Crepúsculo en alguna estación de carretera francesa. 20:57 (Latitud 46º 42; 8.89, Longitud 0º 22; 18.87, Elevación 81m) |